Chimamanda Archie: una semblanza, algunas ideas y dos cruces
En el día del cumpleaños número 44 de Chimamanda Adichie, una semblanza de la autora, el repaso de algunas de sus ideas y dos cruces para reflexionar.
Semblanza
Nació el 15 de septiembre de 1977 en Nigera. A los 19 años se mudó a Estados Unidos para estudiar comunicación y ciencias políticas en Filadelfia. Obtuvo un máster en escritura creativa en la Universidad John Hopkins de Portland y una beca en las Universidades de Princeton y Harvard.
En 2003 publicó su primera novela La flor púrpura, libro por el que recibió el Commonwealth Writers´ Prize. Le siguieron: Medio sol amarillo (2006), galardonada con el Orange Prize for Fiction; y Americah (2013), premiada por el Chicago Tribune Heartland Prize y el National Book Critics Circle Award, y seleccionada por el New York Times como una de las 10 mejores obras del año.
Además, en 2014 publicó Todos deberíamos ser feministas (su aclamada charla TED de 2013); en 2017, Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo; en 2019, El peligro de la historia única (su primera charla TED de 2009); y en 2021, Sobre el duelo.
La revista Time la nombró en 2015 como una de las 100 personas más influyentes del mundo, y en 2017 la revista Fortune, como una de las 50 líderes más importantes del globo.
Ella se define como una contadora de historias. “Mi forma de estar en el mundo -ha dicho- es contando historias. Me interesa la textura de la vida, no las teorías”.
Algunas de sus ideas sobre el peligro de contar una sola historia (de su charla TED del año 2009)
“La historia única crea estereotipos, y el problema con los estereotipos no es que sean falsos, sino que sean incompletos. Hacen que una sola historia se convierta en la única historia. (…) La historia única roba la dignidad de los pueblos, (…) dificulta el reconocimiento de nuestra dignidad humana, enfatiza nuestras diferencias”.
“Cómo se cuentan, quién las cuenta, cuándo se cuentan, cuántas historias se cuentan depende del poder. El poder es la capacidad no solo de contar la historia de otra persona, sino de hacer que esa historia sea la definitiva”.
“Las historias importan. Muchas historias importan. Las historias han sido usadas para despojar y calumniar, pero las historias también pueden dar poder y humanizar. Las historias pueden quebrar la dignidad de un pueblo, pero también pueden reparar esa dignidad rota”.
Ver charla completa en:
Dos cruces para complementar
Acerca de la importancia de investigar y ajustarse solamente a los hechos, el filósofo, matemático y escritor inglés Bernardo Russel señaló en una entrevista de 1959 como consejos para los jóvenes del futuro: “Me gustaría decir dos cosas, una intelectual y otra moral. Lo intelectual que quiero decir es esto: cuando estés estudiando cualquier asunto, o considerando cualquier filosofía, pregúntate sólo cuáles son los hechos y cuál es la verdad que los hechos corroboran. Nunca te dejes desviar por lo que deseas creer o por lo que crees que tendría efectos sociales benéficos si se creyera. Pero mire sólo, y únicamente, cuáles son los hechos. Lo moral que quisiera decirles es muy simple. Debo decir: El amor es sabio, el odio es estúpido. En este mundo, que cada vez se vuelve más y más estrechamente interconectado, tenemos que aprender a tolerarnos unos a los otros, tenemos que aprender a aceptar el hecho de que alguien dirá cosas que no nos gustarán. Solamente podemos vivir juntos de esa manera. Si vamos a vivir juntos, y no a morir juntos, debemos aprender un poco de caridad y un poco de tolerancia, que es absolutamente vital para la continuación de la vida humana en este planeta”.
Vinculado a la necesidad de contar (y escuchar) más de una historia, Valeria Luiselli expresó en su ensayo sobre la trágica migración de niños latinoamericanos a Estados Unidos, Los niños perdidos (ed Sexto Piso, 2016), texto también citado en el artículo Toni Morrison y la construcción del lenguaje que: “Mientras tanto, mientras la historia no termine, lo único que se puede hacer es contarla y volverla a contar, a medida que se sigue desarrollando, bifurcando y complicando. Pero tiene que contarse, porque las historias difíciles necesitan ser narradas muchas veces, por muchas mentes, siempre con palabras diferentes y desde ángulos muy distintos”.