Instrucciones, Julio Cortázar
En Historias de cronopios y de famas (1962), Julio Cortázar presenta un manual de instrucciones para distintas situaciones básicas de la vida como, por ejemplo, llorar, cantar, subir escaleras o (esta es fundamental) matar hormigas en Roma.
En este aniversario de su nacimiento, nos animamos a ensayar nuestro propio manual de instrucciones para una actividad que es también vital: tomar agua.
Es altamente probable que al menos en algún momento del día sintamos sed. Si a ello le agregamos que los médicos recomiendan, para el buen funcionamiento de los órganos, ingerir al menos dos litros por día, puede concluirse que es imperiosa la necesidad de tomar agua. Importante es, por tanto, que sepamos cómo hacerlo. Por lo general, este conocimiento se adquiere en la más tierna infancia. Sin embargo, para el caso en que alguna persona haya vivido fuera de la sociedad por alguna razón y haya sido criada, por ejemplo, en la selva, las siguientes líneas pueden resultar de ayuda. Ello, claro está, siempre y cuando haya aprendido a leer o alguna persona se lo lea.
La manera más convencional de tomar agua es utilizando un vaso: un recipiente formado por una base y lados que, como medida estándar, tienen una altura entre cinco y diez centímetros. Pueden ser cilíndricos, cuadrados, hasta hexagonales, y de vidrio o de plástico. Es necesario verter el agua en el vaso y, para ello, suele utilizarse una botella. El procedimiento es el siguiente: se sostiene la botella con una mano y se realiza un movimiento de muñeca aproximando su pico hacia el vaso, que debe ubicarse debajo. Así, la gravedad hace que el líquido caiga dentro del recipiente. En el supuesto que se pretenda tomar agua directamente de la canilla, es tan simple como ubicar el vaso debajo del chorro. En este último caso, es importante que el agua esté potabilizada, para evitar algunos malestares que no viene al caso explicar en esta oportunidad.
Una vez que el vaso tenga agua en su interior, debe agarrárselo con una sola mano, la izquierda o la derecha, dependiendo de si uno es zurdo o diestro, o con cualquiera de las dos manos si uno es ambidiestro. No es de persona educada tomar el vaso con las dos manos. Llegados a este punto, es preciso ejercitar los músculos del brazo y levantarlo hacia arriba, acercando el vaso hacia la boca. Nunca la boca hacia el vaso. Cuando este se encuentre a la altura de la boca, debe acomodarse el borde de uno de los lados del vaso entre el labio superior y el labio inferior, abriendo levemente la boca —sin que se vea el interior— y, con un movimiento de muñeca, girándola hacia el cuerpo (es decir, llevando hacia abajo el dedo pulgar), se deja correr lentamente el agua hacia adentro y luego se traga. En lo posible, hay que evitar que se acumule dentro de la boca, porque inevitablemente se tiende a hacer buches con ella. Eso no es de persona educada.
Existen ocasiones, sin embargo, en las que no contamos con un vaso cerca; ello no tiene que ser un obstáculo para que cumplamos con nuestra obligación de tomar agua. Por ejemplo, puede ser que solo contemos con una botella. En este caso, debe repetirse el movimiento de brazo y mano igual que si fuera un vaso, pero hay que tener en cuenta que el agua atraviesa el pico, por lo que la posición de los labios puede modificarse.
Más complicado, aún, es cuando tampoco hay una botella y debemos tomar el agua directamente del grifo o de una fuente. Aquí es necesario que aproximemos nuestra boca hacia el agua (recordemos que en el caso de utilizar el vaso el movimiento era inverso, es decir, el agua hacia la boca). Dependerá de la altura de uno y la de la ubicación del grifo o de la fuente, el agacharnos más o menos para lograr esta tarea. Es importante tener en cuenta que hay que realizar un movimiento de cuello para que la cabeza quede inclinada de tal manera que permita que, al abrir la boca —bien grande— entre el agua. Puede llegar a ser necesario, incluso, sacar un poco la lengua.
Existen otras alternativas, pero la única que no aconsejo es la de tomar agua como los perros, es decir, dando lengüetazos a un recipiente que contenga el líquido: no solo es de pésima educación, sino que la cantidad de agua que se ingiere es mínima y se tardaría mucho tiempo en saciar la sed.
¿Te animás a enviarnos tu propio manual de instrucciones? Podés hacerlo a: contacto@mageia.com.ar
Crédito: Ángeles Obarrio