Una canción de navidad, en clave existencialista
Henry James dijo una vez que Charles Dickens era el “más grande de los novelistas superficiales”. Intentaré, en unos pocos párrafos, poner en duda esta afirmación.
A Christmas Carol (traducido al español como Una canción de Navidad o Cuento de Navidad), muchas veces calificada como una obra simple y popular, es un clásico de Dickens, ideal para leer en estas fechas. Cuenta la historia de Ebenezer Scrooge, un hombre avaro y miserable a quien se le aparece el espíritu de su difunto socio, Jacob Marley, seguido de los tres espíritus de la Navidad (pasada, presente y futura).
La casualidad hizo que me cruzara con un par de artículos que proponían una lectura de este libro basada en los conceptos filosóficos de Kierkegaard, el danés que es considerado el padre del existencialismo y uno de los pensadores que más se centró en la dimensión interior del ser humano. Según los autores de estos textos, Kierkegaard pudo haberse inspirado en este libro para elaborar su concepto de angustia.
En efecto, se sostiene que la personalidad de Scrooge encuadra en el concepto del demoníaco, expuesto por Kierkegaard, en tanto se caracteriza por su falta de libertad y la tendencia a encerrarse en sí mismo.
Además, teniendo en cuenta una infancia que presenta rasgos de inseguridad ontológica, la avaricia y la misantropía son claros mecanismos de defensa para protegerse a sí mismo de los demás: si no hay acercamiento, no hay pérdida.
Las cadenas que llevaba Marley y que, en el caso de Scrooge serían eventualmente más largas y pesadas tras su muerte, son una metáfora de esa falta de libertad que caracteriza al demoníaco. La angustia es una libertad encadenada, decía Kierkeegard.
Sobre el pensador danés, el escritor Jostein Gaarder explica que una de las claves de su pensamiento es el entendimiento de que “[c]uando el ser humano actúa, y especialmente cuando toma importantes decisiones, es cuando se relaciona con su propia existencia”. Captar este concepto es clave para comprender esta lectura existencialista del libro de Dickens. El protagonista se enfrenta constantemente a decisiones que tiene que tomar y que le permiten un acercamiento a su propia vida.
“La angustia es el vértigo de la libertad”, dice Kierkegaard. Es que, en el concepto de la angustia, él entiende a la libertad como la “infinita posibilidad de poder” y que la “posibilidad es poder”.
El encuentro de Scrooge con Marley, pone de manifiesto el angst que lo enfrenta a su propia existencia. Se puede observar, también, en los encuentros con los espectros esa ambivalencia emocional de la que hablaba Kierkegaard en cuanto a lo temido y deseado a la vez, una “antipatía simpatética y una simpatía antipatética”.
“El hombre es una síntesis de infinito y de finito, de tiempo y eternidad, de libertad y necesidad, en breve, una síntesis”, decía el filósofo, y esta síntesis se advierte con el salto de fe que hace en el presente como consecuencia de esos encuentros con el pasado y con el futuro. Este salto es necesario para poder dar una conclusión a la angustia: Kierkegaard dice que cuando llega un punto en el que no hay humanamente ninguna posibilidad, la salvación es posible gracias a la fe; entonces, al relacionarse uno mismo con su ser, este se enraiza con el poder que lo estableció.
¿Hay alguien en la sala que haya quedado a esta altura en el bando de Henry James?